¿Qué dice la Biblia sobre la homosexualidad? / IV

IV. UNA BUSQUEDA DE SOLUCION: LA IMAGEN BIBLICA DEL HOMBRE

Un trabajo como el nuestro, que pretende ser un estudio bíblico, debe buscar soluciones para la interpretación de los textos particulares que hablan de la homosexualidad desde la globalidad del mensaje bíblico revelado. Veamos la visión global que presentan algunos autores:

4.1 La postura de Spijker

En su tesis doctoral teológica el capuchino holandés Herman van de Spijker estudia profundamente el encuadramiento bíblico de la cuestión homosexual y concluye que la Biblia reprueba siempre los actos homosexuales. Opina que la reprobación general puede deducirse de:

a) El conjunto de textos alusivos al tema (los mismos que hemos analizado). El reconoce que el sentido de esta reprobación no queda bastante claro en cada caso particular, ya que dichos actos aparecen generalmente asociados a otros pecados: idolatría, prostitución, falta de hospitalidad, violación, abuso de menores. Pero mirando la totalidad de los textos, la reprobación queda clara.

b) La imagen bíblica de la humanidad que nos presenta el Génesis en el relato de la Creación (Gn 1-2): hombre y mujer unidos indisolublemente en comunión de amor mutuo para la procreación de los hijos. Con su peculiar terminología, explica que esa imagen del hombre es exclusivamente heterótropa, o sea, que manifiesta la recíproca inclinación entre los sexos opuestos. De este modo expresa el orden objetivo de la creación según el designio divino. A la vez constituye la norma práctica, en teología moral, para la valoración de la homotropía (es decir, de la inclinación hacia el mismo sexo) y de los eventuales actos homosexuales. Según esa norma, cualquier amor homófilo entre dos hombres androtrópicos o entre dos mujeres ginecotrópicas es objetivamente una infracción del orden de la Creación y, por lo tanto, antinatural, siempre que estas relaciones lleguen a manifestarse en el plano sexual.

4.2 La postura de Mc Neill

Pero si creemos que Gn 1-2 da la solución definitiva a nuestro problema, no todos están de acuerdo con esto. Mc Neill hace una lectura diferente de los primeros capítulos del Génesis (39). Según él:

­en el relato sacerdotal (Gn 1, 1-2, 4a) la diferenciación sexual es en función de la procreación; pero en el relato yahvista (Gn 2, 4b-3, 24) el objetivo de la diferenciación sexual es la solidaridad y una respuesta a la soledad. En este relato Mc Neill encontraría, si no una justificación de la homosexualidad, al menos una actitud benévola.

Sobre la imagen bíblica del hombre Mc Neill piensa que:

a) Está culturalmente condicionada. En el relato de la creación se expresa la constante preocupación de Israel por su continuidad histórica, mediante la generación carnal, en el contexto de su Alianza nacional con Yahveh. Sin embargo él cree que con la Nueva Alianza en Cristo, la generación carnal pasó a segundo plano. Ahora el amor humano tiene nuevos cauces para realizarse, como prueba, por ejemplo, la institución del celibato consagrado al servicio del Reino.

b) Como vimos, junto a la finalidad procreadora, el relato de la creación del hombre resalta también la finalidad de ayuda mutua en la comunión de vida y amor («No es bueno que el hombre esté solo»), que pueden realizar también los homosexuales.

A base de estos argumentos (y a los mencionados en las otras partes de este estudio) Mc Neill concluye que los únicos actos homosexuales claramente condenados en la Biblia son los que implican idolatría, libertinaje, odio o menosprecio del hombre. En cambio, nunca se condenan los actos que expresan verdadero amor mutuo.

4.3 ¿Cómo entender la imagen del hombre en los relatos de creación? (40)

a) Gn 2, 4b-3, 24

­ El relato yavista pone de relieve la necesidad de la relación interpersonal; el hombre no está llamado a vivir en soledad. El diálogo de amor supone la igualdad: «una ayuda adecuada».

­ El relato de la formación de la mujer indica la necesidad de integración de los dos seres para encontrar la complementariedad y la totalidad del ser. El reconocimiento que hace el hombre («carne de mi carne y hueso de mis huesos») refleja la mentalidad israelita respecto a los vínculos sociales. El origen común les permite reconocerse como pertenecientes a un mismo cuerpo.

­ El diálogo de amor supone la unión y se realiza en la unidad («por eso deja el hombre a su padre y a su madre, y se hacen una sola carne»). Esta unión no es solo fisiológica, sino comunión personal.

Con estos trazos el autor está dibujando el deber-ser de la pareja según el plan de Dios.

b) Gn 1, 1-2, 4a

­ Para el relato sacerdotal la creación consiste en la ordenación del caos primordial por la acción de la Palabra de Dios. Al llegar al hombre, Dios los crea varón y hembra, a su imagen y semejanza. Para el autor sacerdotal, el hombre pleno es la pareja heterosexual.

­ El rasgo que más ha interesado a los comentaristas en este relato es la fecundidad, que ha dado lugar a muchas interpretaciones. Según M. Gilbert (41), este texto ciertamente se refiere a la procreación. Pero interpretarlo como si fuera un mandato es abusar de la forma imperativa. El texto «sed fecundos y multiplicaos» debe ser interpretado como una bendición.

­ Por su bendición Dios da al hombre y a la mujer el don de la fecundidad y por ella les confiere una participación en su poder creador. La forma verbal imperativa no es un mandato sino promesa de fecundidad. El texto se refiere ciertamente al sentido fecundo de la unión de la pareja.

c) Resumiendo y tomando una postura personal (42) creo que:

– No podemos negar los condicionamientos culturales del mensaje bíblico, puesto que Dios siempre se revela en un contexto histórico concreto. Sin embargo, no por esto ese mensaje pierde su sentido antropológico universal, que hunde sus raíces en la condición humana pura y simple. La bipolaridad ineludible entre varón y mujer subsiste en el fondo de cualquier marco histórico-cultural concreto.

­ Los primeros capítulos del Génesis revelan el deber-ser de la pareja heterosexual. La humanidad está hecha para el diálogo, y en la comunión es donde se constituye en imagen y semejanza de un Dios que es comunión de personas. La comunión interpersonal es fecunda en el amor, creando un nosotros que se prolonga en el hijo. La sexualidad y el amor no se agotan en sí mismos, pues vienen de Dios como un don creacional.

­ La imagen bíblica de la pareja heterosexual, en plena comunión de vida y amor, es la máxima expresión figurativa del amor humano, y por lo tanto, como Dios es Amor, es símbolo de la imagen de Dios en el hombre, «símbolo antropomórfico del Absoluto, con verdadera trascendencia metafísica y antropológica» (43).

Publicado por eticadiaria

Reflexionando desde la realidad y para la realidad, una mirada a la Filosofía sin la exquisitez del lenguaje que nos aleja de la realidad

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