¿Qué dice la Biblia sobre la homosexualidad? / I

Alexandre Awi M., Isch

Licenciado en Teología por la Philosophisch – Theologische Hochschule

Vallendar, Alemania

I. INTRODUCCION

El tema de la homosexualidad es bastante actual y viene siendo tocado con cada vez más regularidad en la prensa, en los debates populares, llegando incluso a las telenovelas (1). El activo «movimiento gay» (pensemos en EE.UU., Europa y Brasil, por ejemplo) reivindica derechos, reconocimientos e igualdad. Sin embargo, es muy poco todavía lo que se ha trabajado teológicamente sobre esta problemática que urge la Teología Moral a dar respuestas adecuadas a las preguntas e inquietudes que surgen en torno a este comportamiento cada día más común, e incluso aceptado como «normal», en nuestra sociedad.

Biología y Sicología no han sido capaces todavía de dar respuestas claras sobre el origen de dicho fenómeno. Esto torna el trabajo teológico aún más arduo, pues carece de bases antropológicas importantes para la comprensión global del problema. A todo esto se suma la necesaria atención pastoral y apoyo eclesial a las personas que viven esta realidad como postura sexual de vida. Como vemos, el tema es muy extenso y hay muchos campos abiertos para el estudio científico, pero me parece que hay uno que está en la base para toda reflexión teológico-moral seria: el estudio de lo que dice la Sagrada Escritura sobre esta problemática.

El posicionamiento de la Iglesia en general ha sido muy negativo en la valoración de este tipo de postura o comportamiento sexual. Históricamente hablando, la Iglesia cristiana, tanto católica como protestante, siempre ha condenado las «prácticas homosexuales». Para ello se basaba por un lado en la filosofía «natural», y por otro, en las mismas fuentes bíblicas. Ambos caminos han estado altamente cuestionados en las últimas décadas.

Todos los teólogos moralistas recurren, como no podía ser de otra forma, a la Biblia. Sus resultados, sin embargo, son bastante diversos. Este es el verdadero «caballo de batalla». Para unos la reprobación moral de la homosexualidad no es discutible si queremos ser fieles al dato revelado. Para otros, los testimonios bíblicos del Antiguo y del Nuevo Testamento, bien leídos, no son definitivos. Y, en consecuencia, el tema sigue abierto. El problema de fondo que «pena» en las reflexiones de los teólogos moralistas es, en definitiva, el siguiente:

«Si la referencia bíblica se diluye, la praxis pastoral se modifica. Si la cobertura bíblica no es ‘negociable’, el tratamiento pastoral tiene sus límites. El ‘lógos’ condiciona el ‘ethos’, y el ‘ethos’ condiciona la ‘praxis’ pastoral» (2).

Por esto, en este estudio quiero centrarme en el análisis de los datos que la Biblia aporta sobre el tema. Algunos autores han llegado a afirmar que la Sagrada Escritura no aporta datos significativos ni decisivos que permitan llegar a un juicio negativo sobre la moralidad de la homosexualidad. Uno de los mayores representantes de esta tendencia, claramente rupturista con las posturas e interpretaciones tradicionales de la Iglesia, es J.J. Mc Neill (3), quien después de su análisis bíblico sobre la homosexualidad concluye:

«No parece haber una condena clara de tal relación en la Escritura: más aún, en tales circunstancias quizá pudiera admitirse que una relación homosexual satisface a los ideales positivos de las Sagradas Escrituras» (4).

Una afirmación de este tipo merece un serio estudio exegético, y nos sirve de motivación. Buscaremos conocer sus posturas y las de otros teólogos, que en mayor o menor medida comparten este tipo de opinión, para a partir de esto juzgarlas críticamente, confrontándolas con las interpretaciones que otros teólogos también modernos hacen de los mismos textos bíblicos.

II. HOMOSEXUALIDAD EN EL ANTIGUO TESTAMENTO

Los textos veterotestamentarios tradicionalmente relacionados con la homosexualidad pueden ser divididos en tres bloques:

a) El pecado de Sodoma: Gn 19, 1-29. Al analizarlo tendremos que hacer el paralelo con Jue 19, 22-30, que también tiene relación con nuestro tema. Estos textos aparecen como parte de la historia del pecado y de la alienación creciente del hombre.

b) Los «prostitutos sagrados»: Dt 23, 17; 1R 14, 24; 15, 12; 22, 46; Job 36, 14. Se trata de textos que condenan en primer lugar la sacralización pagana de la prostitución varonil, ocupándose, pues, de la homosexualidad ejercida en los lugares sagrados durante los cultos orgiásticos.

c) La prohibición del Levítico: Lv 18, 22; 20, 13

Prácticamente no hay divergencias entre los autores en la lista de los textos que deben ser tenidos en cuenta (5).

2.1 El pecado de Sodoma

Hay varios intentos de interpretación exegética de Gn 19, 1-29, que es de los textos más clásicos para el rechazo de la homosexualidad. Tradicionalmente se ha asociado la causa de la destrucción de Sodoma y Gomorra con el «pecado contra la naturaleza», que toma su nombre de este relato. De aquí la alusión a «sodomitas» (o»sodomía») para referirse a lo que hoy llamamos homosexuales (u homosexualidad) (6).

Según la interpretación tradicional, esas dos ciudades de orillas del Mar Muerto habrían sido destruidas por sus nefastas prácticas homosexuales entre varones, que provocaron el extremo castigo de Dios bajo la forma de una lluvia de fuego.

Esta interpretación ha sido claramente cuestionada en los últimos tiempos. Veremos básicamente la opinión de algunos exégetas importantes para el estudio de este relato: se trata de los estudios de Jan Hartman (7), D.S. Bayley (8) y del ya mencionado Mc Neill. Metodológicamente iremos contestando algunas preguntas importantes para la comprensión del texto.

2.1.1 ¿Eran los habitantes de Sodoma homosexuales?

Hartman indica que la interpretación clásica de este relato se basa en el siguiente silogismo:

a) Dios les tiene repugnancia a todos los degenerados

b) Los degenerados de Gn 19 son unos homosexuales

c) Dios les tiene repugnancia a (todos) los homosexuales.

El mayor problema de este silogismo, según este autor, es que la premisa «b» es falsa. Para probar esto hay que estudiar este relato en un contexto literario más amplio. En concreto hay que relacionarlo con el capítulo 19 de Jueces, pues los dos relatos tienen bastante en común. Según el exégeta alemán C. Westermann, podemos hacer una sinopsis entre la estructura de los dos relatos:

Llegada y alojamiento

Gn 19, 1-3 Jue 19, 15-21

Cerco y neutralización del ataque:

Gn 19, 4-11 Jue 19, 22-25

+ Ataque de hombres, sus demandas, su(s) huésped(es)

Gn 19, 4-5 Jue 19, 22

+ Oferta anfitrión: dos mujeres Gn 19, 6-8 Jue 19, 23-24

+ Negación y amenaza Gn 19, 9 Jue 19, 25a

+ Neutralización ataque por huésped(es) Gn 19, 10-11 Jue 19, 25b

En los dos relatos se quiere violar al huésped, se «ofrecen» dos mujeres, y los hombres de la ciudad niegan la oferta. En el caso de Gn 19 negar la oferta de las dos vírgenes siempre se ha interpretado como expresión de la homosexualidad de los hombres de Sodoma. Pero Hartman destaca que debemos observar que también los hombres de Guibeá (Jue 19) niegan la oferta de dos mujeres: la hija virgen del anfitrión y la concubina del levita (9).

Por lo tanto los hombres de Guibeá tuvieron la misma actitud de los de Sodoma: querer tener relaciones con un hombre y rechazar la relación con una mujer. Si interpretamos esta actitud como movida por «deseos homosexuales», tendríamos que decir, como se ha manifestado tradicionalmente, que aquellos serían igual de homosexuales que estos. Pero veamos los siguientes argumentos:

– Si las intenciones de los hombres de Guibeá hubiesen sido interpretadas como «deseos homosexuales», ¿por qué al anfitrión y al levita no se les ocurrió sacrificar al criado del levita para satisfacer estas necesidades supuestamente tan específicas? El muchacho debe de haber estado allí, pues es mencionado en los vv. 3.11.12.19.

­ Tanto en Gn 19 como en Jue 19 se sugiere que una parte significativa de la población masculina participó del asalto. En Sodoma: todo el pueblo, ¡desde el más joven hasta el más viejo! (Gn 19, 4), y en Guibeá: «los hombres de la ciudad» (Jue 19, 22). Sería un absurdo pensar que una ciudad entera sea homosexual.

­ Estos argumentos ganan más peso y se comprenden a partir de la siguiente explicación de Mieke Bal en el análisis del libro de Jueces (10): el fundamento de cualquier violación es el odio, no la preferencia o inclinación sexual. Por eso es que muchas veces la violación «homosexual» es efectuada por «heterosexuales». No vale la pena entrar en detalles sobre las razones de porqué ese odio se dirigió primero a los varones, pero conviene comentar que algunos estudios lo atribuyen, en el caso de Guibeá, a un cambio profundo en la sociedad que pasa de patrilocal a virilocal (11). En el caso de Sodoma puede haber sido porque con esos dos mensajeros se rebasaba la cuota de extranjeros en la ciudad y las costumbres de Sodoma se veían amenazadas.

­ Junto a esto hay que destacar que tanto los mensajeros de Dios de Gn 19 como el huésped del hombre de Guibeá, toleran que el anfitrión ofrezca a sus hijas como mercancía (en el caso de Jue 19 hasta la mujer del huésped) para sustituir a las «víctimas masculinas» en la cruel negociación. Esto se debe a que la amenaza de una violación sexual por seres del mismo género no cabe en la mente de un heterosexual hebreo y eso es justamente lo que los atacadores heterosexuales tanto de Sodoma como de Guibeá convierten en su arma más poderosa (12). Tanto es así que el levita no solo pasa por alto a su criado en las negociaciones, como ya hemos dicho, sino que además prefiere no comentar que casi fue víctima de un acto de ese tipo (cfr. Jue 20, 4-5).

Por todo lo dicho, tanto la premisa «b» mencionada al inicio es falsa como también lo es la conclusión «c». De esta forma concluye Hartman que la tradición «invirtió el crimen cometido por violadores heterosexuales en crimen de homosexuales» (13).

Creo que podemos aceptar como válida la opinión de Hartman. De hecho, se relativiza que la condenación contra Sodoma sea principalmente por causa de la homosexualidad de sus habitantes. Sin embargo, no es difícil captar su falencia: aunque sea cierto que los violadores hayan sido heterosexuales, con esto no se prueba que las prácticas homosexuales no sean una práctica contraria a la voluntad de Dios y que hayan «colaborado» en las causales de condenación de la ciudad.

2.1.2 ¿Sodoma es condenada en primer lugar por la homosexualidad o por la falta de hospitalidad?

Parecen más serios y fundamentados los estudios del prestigioso investigador D. Sherwin Bailey, que citamos anteriormente, en los cuales se basa también Mc Neill. Bailey postula que el severo juicio condenatorio de la conducta homosexual, que es constante en la tradición cristiana, se funda sobre todo en una interpretación errónea de la historia de Sodoma y Gomorra (14).

El muestra que el pecado de Sodoma no fue la práctica homosexual entre varones, sino que consistió precisamente en su orgullosa impiedad, que la llevó a despreciar las sagradas leyes de la hospitalidad para con los extranjeros. En contraste con la hospitalidad de Abraham y de Lot, los habitantes de Sodoma quisieron «conocer» a los huéspedes de ese último. Pero aquí hay que aclarar que el término hebreo yadha (conocer) no significa la mayoría de las veces conocimiento carnal, sin más precisiones. Por eso aquí podría significar simplemente la intención de saber quiénes eran los recién llegados, con actitud desconfiada y hostil hacia ellos.

La afirmación de Bailey se ve reforzada y corroborada al estudiar los demás pasajes bíblicos que hablan de Sodoma:

a) Se alude a Sodoma como ejemplo de impiedad, orgullo y falta de hospitalidad, que mereció por esto el castigo divino, pero nunca en relación con la depravación sexual: Ez 16, 49-50; Sab 19, 13; Eclo 16, 8; etc.

b) El mismo Jesús se refiere al castigo de Sodoma en relación con la falta de hospitalidad que pueden encontrar sus discípulos: Lc 10, 10-13.

c) El NT nunca alude a Sodoma cuando reprueba las prácticas homosexuales.

Me parece que estos argumentos son decisivos e irrefutables. También Mc Neill adhiere en lo esencial a la tesis de Bailey, aunque la encuentra un tanto extremista. Para él, no hay duda de que el pecado de Sodoma, según Gn 19, consiste principalmente en la falta de hospitalidad con los extranjeros. Sin embargo, en el mismo contexto, parece que esa actitud se concreta en el intento de abusar sexualmente de los huéspedes de Lot. A diferencia de Bailey, no asume Mc Neill aquí la interpretación de yadha como una simple intención de saber quiénes eran los recién llegados. Si la intención de los habitantes hubiese sido solo esta, ¿por qué Lot les ofreció sus hijas vírgenes? De este modo, para Mc Neill, el autor yahvista del relato habría querido ridiculizar las prácticas homosexuales de los paganos cananeos, asociadas al culto de Baal, que tanto sorprendían y repugnaban a los judíos.

Resumiendo, el pecado de Sodoma se cifra más en la falta de hospitalidad que en las prácticas homosexuales. Creo que esta interpretación es justa y equilibrada, tal como lo afirma José Llinares (15).

Sin embargo, Mc Neill va más allá y saca de su ya mencionada comprensión de Gn 19 la conclusión de que así se privaría las prácticas homosexuales de ese carácter de pecado gravísimo y nefando que suscita un castigo extremo por parte de Dios. Prefiero no comentar todavía esta opinión, pues creo que un juicio de este tipo debe estar basado en un análisis global de los textos escriturísticos que hacen mención a la homosexualidad.

2.2 Los «prostitutos sagrados»

Dt 23, 18: «No habrá hieródula entre los israelitas ni hieródulo entre los israelitas».

1R 14, 24: «Hasta consagrados a la prostitución hubo en la tierra. Hicieron todas las abominaciones de las gentes que Yahveh había arrojado de delante de los israelitas».

1R 15, 12: «Expulsó de la tierra a los consagrados a la prostitución y quitó todos los ídolos que sus padres habían hecho».

1R 22, 47: «Barrió de la tierra a todos los consagrados a la prostitución, que habían quedado en el país en los días de Asá su padre».

2Re 23, 7: «Derribó las casas de los consagrados a la prostitución que estaban en la Casa de Yahveh…»

Job 36, 14: «mueren en plena juventud, y su vida como la de los hieródulos» (16).

El Texto Masorético utiliza en todos estos casos el término qadesh, derivado de la raíz qdsh (= ser santo, consagrar). El vocablo aparece algunas veces más en el AT: Gn 38, 21-22; Os 4, 14. En todos los casos se trata de prostitución, efectuadas tanto por mujeres (Gn 38, 21-22; Dt 23, 18; Os 4, 14) como por hombres, tanto en un contexto «sagrado» como en un contexto «profano».

Las traducciones varían. Citamos a la Biblia de Jerusalén (17) («hieródulo» y «consagrados a la prostitución»), pero la Biblia Latinoamericana (18) usa el término de «hombres afeminados» o rotundamente de «homosexuales» (1R 14, 24; Dt 23; 18 respectivamente). La Dios habla hoy (19) se refiere a «hombres que practican la prostitución», y solo en 2R 23, 7 emplea la expresión «prostitución entre hombres». La peor traducción es la de Reina/Varela (20) que usa en general el término «sodomita». Ya hemos visto que es muy dudoso calificar los habitantes de Sodoma como homosexuales, sino que es probable que se trate de heterosexuales violentos.

Ya los LXX tuvieron dificultades para la traducción de qadesh. Usan cinco conceptos distintos (porne/pornos, syndesmos, teletas, kadesim, aggelos) (21). Pero se puede constatar que el lenguaje de los LXX no solo no tiene vinculación alguna con Gn 19, como tampoco parece saber de una función exclusivamente cultual para los «consagrados» (22). Al contrario, pareciera que hay un acercamiento al término profano y cierta mezcla de los géneros (porne/pornos).

Siguiendo a Hartman podríamos añadir que:

­ aparentemente la prostitución masculina en general era cultual, pero esto no es seguro (cfr. Job 36, 14); y

– tampoco se deja ver con seguridad qué tan «homosexuales» fueron las prácticas de prostitución de los prostitutos. Según algunos autores, existen testimonios sobre la obligación de la mujer de dejarse desflorar por funcionarios de los santuarios fenicio-canaanitas (23).

¿Qué decir de todo esto? Sin duda que la prostitución es cosa mala, tanto con mujeres como con hombres. Sin embargo, las condenas de estos versículos, tradicionalmente interpretados como condena explícita a los actos homosexuales, apunta más bien a la condenación de la prostitución idolátrica presente en los cultos paganos de las religiones vecinas a Israel. Considero pertinente la argumentación y adhiero a esta interpretación.

Publicado por eticadiaria

Reflexionando desde la realidad y para la realidad, una mirada a la Filosofía sin la exquisitez del lenguaje que nos aleja de la realidad

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